Rompiendo cánones y deleitando paladares. La Llorería

Rompiendo cánones y deleitando paladares. La Llorería. Un pequeño restaurante que ha logrado cautivar a los comensales con su propuesta culinaria innovadora y apasionante. Ubicado en el barrio de Chueca, este lugar se ha convertido en un verdadero tesoro para los amantes de la buena comida.

Con un enfoque en la temporalidad y la sostenibilidad, La Llorería se destaca por utilizar ingredientes frescos y de temporada en cada uno de sus platos. Su compromiso con la cocina responsable y respetuosa con el medioambiente es evidente en cada bocado.

Desde platos exquisitamente presentados hasta sabores sorprendentes y combinaciones audaces, La Llorería ofrece una experiencia gastronómica que no se puede encontrar en ningún otro lugar. Cada visita a este pequeño restaurante es una oportunidad para deleitarse con la creatividad y el ingenio de su talentoso equipo de cocina.

Al centro Carmen Alti, a su derecha Jesús Encinas, y a la izquierda José Certucha, forman un equipo multidisciplinar, que entre otros «retos diarios» tienen el de elaborar una propuesta altamente adictiva y divertida en un espacio muy, pero que muy reducido, y esto tiene mucho merito. A pesar de la juventud de este formidable trío, ya pasaron por los reconocidos fogones de diferentes restaurantes como Mugaritz, Alabaster, Ricard Camarena Restaurant, Dstage, Tres por Cuatro… hasta que decidieron llorar juntos haciendo lo que mejor saben hacer, cocinar y que sus comensales pasen un rato divertido y molón. Enhorabuena Team.

Comenzamos una experiencia gastronómica -sin ataduras, sin complejos, pero con mucha ilusión-, y lo hacemos con un rico pan de hogaza de Panic, y en lugar de presentarse con mantequilla lo hace con una mantecosa yema a baja temperatura, sal ahumada y especias. Original limpieza del paladar.

Nos dejamos galantear con un fantástico ribeiro, Iria Ria Otero 2022, -uvas treixadura y torrontés-, de color amarillo pálido, en nariz muy expresiva con matices de notas frescas y delicadas. En boca nos entrega muy buena acidez, larga y persistente. Te va a gustar.

Ostra francesa con emulsión de escabeche de alitas de pollo y zanahoria, mignonette (aderezo de origen francés) de jalapeño y pimienta fermentada bajo Sal de Campo (mezcla de sal entrefina con especias).

La combinación es interesante y compleja, eficazmente adictiva, aparecen toques salinos, ácidos, y sutilmente picante, un bocado glorioso.  

No resulta nada fácil encontrar este apreciado y pequeño -molusco bivalvo- sin un «granito de arena», cuando es así, la coquina es una propuesta estupenda, les llegan directamente desde Huelva. Elaboradas con vino blanco, sofrito de hinojo, chalota y tocino ibérico para el fondo, a discreción ajo frito y albahaca. Imposible no emocionarse y chuparse los dedos. Os habéis ganado diez likes del tirón.

Nos presentan su interpretación de un plato típico procedente de la costa occidental de México, aguachile elaborado con tomatillos verdes y chiltepe sobre un cremoso de aguacate, tartar de calabacín con queso feta y melaza de granada, ciruela, rabanito y brotes de cilantro. Mezcla, combina, disfruta.

Aquí el tomate, haces ¡chas! y aparece a tu lado…

Sobre una emulsión de mantequilla tostada y miso blanco, los cherrys pelados -curados en sal y azúcar-, de tal forma que se extrae un poquito de agua para favorecer su sabor. El toque picante lo aportan unos brotes de mostaza encurtida, que junto al aliño de los canónigos con vinagreta de pimiento del piquillo y el punto «crunch» del papadam (pan indio de lenteja), hacen en todo su conjunto, una ensalada <<que lo flipas del too>>.

Uno de sus más populares, la coliflor, en la base encontramos una coliflor ecológica -que rallan y saltean- con bacon de cerdo ibérico, ajetes tiernos, pasas y curry francés (Vadouvan), terminan esta delicia cubriendo de unas jugosas puntillitas fritas y lima a discreción. Todo un festín muy divertido para los sentidos.

Al fondo una polenta italiana con pecorino romano (ecológico de quince meses de curación) que «nada» entre un guiso de berenjena china con regaliz y vainilla, huevo frito y su puntilla, junto a unos encurtidos de nabo daikon y piparra y una salsa picante fermentada. Sabores intensos repleto de contrastes, cremosidad, dulzura y toque ácido.

Nos invitan a romper el huevo y dejar salir su mejor crema, la yema y sin menear en exceso todos sus ingredientes, sencillamente primoroso.

Platito de temporada, salteado de setas: chantarela, lengua de vaca y tropeta de la muerte, ligado con una «pasta de arroz coreana» tteokbokki, glaseada con una salsa de cebollas tostadas, cremoso de pimientos del piquillo confitado y anacardos garrapiñados. No te dejará indiferente.

Albóndigas de carne de cordero previamente macerada en shiokoji (pasta japonesa elaborada con koji, arroz y sal), este fermento de arroz confiere mayor profundidad al sabor de la carne, en la base un puré de plátano asado, el caldo reducido del propio cordero, garbanzos fritos y rebozados en fulful bhar (mezcla de especies árabes), hierbabuena y cilantro. Delicadeza en su estado más puro, deliciosas y sabrosas, «el crujiente y la textura del garbanzo es un puntazo». 

Vamos con los postres, -uno más dulce y el otro todo lo contrario-. La pera de agua pochada bajo un escabeche dulce de miel y vino de jerez oloroso, concluyen con una leche de coco batida, ralladura de lima, y todo ello acompañado de granos de maíz envinagrados. Increíble pero cierto…

De origen sirio, el knafe, también llamado knafeh o kunafah, es un dessert típico de los países árabes, elaborado con pasta kataifi (un tipo de fideo muy fino que se utiliza en la elaboración de distintos postres), mozarella fresca, almíbar de sirope de arce y finalizan con una lluvia de pistachos.

Se sirve recién horneado, -la mezcla del queso derretido y masa crujiente-, junto con el almíbar dulce, crean un sabor muy peculiar.

Si estás buscando una experiencia culinaria única y memorable, no puedes dejar de visitar La Llorería. Este pequeño restaurante te sorprenderá con su cocina de vanguardia, su ambiente acogedor y su compromiso con la sostenibilidad. ¡No te arrepentirás de esta visita gastronómica!

Volveremos a poner las manos en la mesa, o en su barra.